“Es decir, el artista, como toda persona de nuestro tiempo debe abordar los problemas que se le plantean a cualquiera de sus semejantes, pero con la diferencia de que él se anticipa y como ser anticipado se le adjudican las características de “agente de cambio”, situación que favorece el desplazamiento sobre él de todos los resentimientos, fracasos, miedos, sentimientos de soledad e incertidumbre se los demás, como si él fuera el portavoz de todo lo subyacente aún no emergido. Automáticamente es elegido como chivo emisario, como perturbador de la paz anterior.”
Enrique Pichón Riviere. El objetivo estético. Ed. Nueva Visión.